Cómo ser freelance y no morir en el intento. Trabajando en remoto (I)
Beneficios y desventajas de trabajar desde casa
Siguiendo con la serie de publicaciones “Cómo ser freelance y no morir en el intento”, hoy quiero hablaros acerca de mi experiencia trabajando desde casa y las ventajas e inconvenientes que he encontrado a lo largo de estos años.
Como puede que hayáis llegado a esta entrada deseando leer todas las cosas buenas de las que disfrutaréis si se os ha presentado esta oportunidad, me gustaría recordar el famoso refrán que enuncia:
No es oro todo lo que reluce
Si bien trabajar desde casa tiene innumerables ventajas también tiene algunos inconvenientes que creo que es interesante conocer para que luego no nos pillen por sorpresa en el caso de que os decidáis a dar el salto.
Todo lo que viene a continuación está escrito a partir de mi experiencia como freelance, por lo que puede que algunas de las cosas que comento no se correspondan del todo con los empleos por cuenta ajena que permiten trabajar en remoto algunos días. No obstante, la mayor parte de los temas que trataré son (o eso espero) de carácter general.
Así que sin más preámbulos, ¡Comencemos!
Beneficios de trabajar desde casa
Por fin llegó el día. Te levantas, te duchas… y en vez de coger tu medio de transporte habitual te diriges, café en mano, a tu habitación para comenzar a trabajar.
Tiempo invertido de desplazamiento: 1 minuto. ✌️✌️✌️
Dicho de otro modo: trabajar en remoto es ganar tiempo para nosotros mismos. Comprobémoslo con una cuenta sencilla:
45 minutos de desplazamiento hacia el lugar de trabajo x 2 veces al día x 20 días al mes = 1.800 minutos / mes = 30 horas / mes
Es decir, perdemos casi un día entero al mes desplazándonos hasta nuestro lugar de trabajo. Para mí, por mucho que pueda aprovecharlo leyendo es una cantidad inasumible salvo contadas excepciones: prefiero ser yo quien decida en qué invertir ese tiempo.
Asimismo, me atrevería a decir que poder prescindir de esos viajes supone también una considerable reducción del estrés: adiós a las mañanas de atascos, empujones y el ruido de la gran ciudad desperezándose.
También desde el punto de vista económico nos estaremos ahorrando lo que gastemos en transporte público o coche, algo que siempre es de agradecer, ¿no?
En definitiva trabajar desde casa tiene como consecuencia inmediata un incremento de nuestra calidad de vida. Creo que ya sólo por eso merece la pena darle una oportunidad.
Cero distracciones
Por otra parte, trabajar desde casa nos permite centrarnos en aquello en lo que tengamos que completar sin temor a ser interrumpidos por terceros. Para mí esto es un valor añadido ya que no hay cosa que más limite mi productividad que el “toquecito en el hombro” acompañado de la frase: “¿tienes un segundo?”.
Esta situación es muy habitual cuando trabajamos rodeados de gente (y diría que es hasta normal ya que… ¡no somos robots!) y provoca que perdamos la concentración en aquello que estábamos haciendo.
Trabajando desde casa es mucho más sencillo lidiar con esas “micro-interrupciones” por lo que la responsabilidad de mantenernos centrados recae exclusivamente sobre nosotros. Para mí una forma de lograrlo es mediante la famosa técnica “Pomodoro” de modo que durante las ventanas de trabajo tengo el foco puesto únicamente en la tarea que he escogido.
Conciliación
Otro de los beneficios que me gustaría destacar es la posibilidad de conciliar nuestra vida laboral con la personal.
Entendedme bien. No quiero decir que durante vuestra jornada os pongáis a planchar, estar con vuestros hijos, o bajar a vuestro perro. Pero sí que ganamos una mayor libertad de horario (especialmente si somos “freelances”) de modo que podamos terminar a las 4/5 de trabajar y disfrutar de nuestra vida el resto de la tarde.
Os pondré un ejemplo. Durante unos meses del año pasado mi jornada abarcaba de 7 de la mañana a 4 de la tarde, algo que para mí era una gozada pues me permitía disponer de todo el resto del día para estar con mi novia, pasear a mi perro o leer. Por supuesto este tipo de horarios no siempre es posible ponerlos en práctica (por ejemplo si trabajamos con un cliente con el que necesitamos trabajar por la tarde) pero saber que puede que dispongamos en ciertos momentos de esa flexibilidad es otro punto extra.
Un despacho “molón”
Esto según el tipo de personas que seáis puede que os parezca algo menos relevante. En mi caso, me encanta tener la libertad para organizar y decorar a mi gusto mi área de trabajo.
Escoger la pantalla con la que quiero trabajar, colocar algún que otro cuadro en las paredes, comprar una buena silla para no dejarme las cervicales durante las 8 horas que estoy “picando”… Todo ello para mí representa un valor añadido ya que al final es donde se me “va” un tercio del día y prefiero estar cómodo.
Esto en según que empresas es poco menos que impensable y tendremos que acostumbrarnos al formato “isla” de mesas largas que las pueblan.
Parece que son todo ventajas, ¿no?
La que aquí he enumerado son las ventajas que yo considero más relevantes en mi días a día y las que siempre aparecen en los diagramas de “pros y contras” cuando me ofrecen un trabajo presencial.
Cada una de ellas me aportan un valor añadido que por mi forma de ser y trabajar me resultan muy difícil reemplazar cuando me planteo un trabajo al uso. Quizás pueda asumir 20 minutos de desplazamiento si puedo ir en bici o andando pero… ¿me acostumbraré a llegar a las 6 y media / 7 a casa o a la pérdida de flexibilidad que me da poder decidir yo mi horario?
Sin embargo, y como decía al comienzo del artículo, no es oro todo lo que reluce y si bien trabajar desde casa posee numerosos aspectos positivos hay elementos sobre los que conviene estar al tanto si no queremos que la casa se nos venga encima. Nunca mejor dicho.
Desventajas de trabajar desde casa
La soledad. ¿Sorprendente verdad? Del mismo modo que siempre aludo al tiempo como principal ventaja de trabajar desde casa, la soledad para mí es su aspecto más negativo.
¿A qué me refiero? A la sensación de una semana de 40 horas sin haber tenido contacto con nadie salvo por email o por teléfono. O a la imposibilidad de comentar con alguien un fallo y resolverlo entre ambos. O simplemente y llanamente a la ausencia de contacto humano.
Salvo que para vosotros el trato social sea más un problema que algo necesario, trabajar desde casa supone renunciar a todo lo positivo del ambiente de oficina: las risas, los comentarios de lunes, los “after works”... Dado que son elementos intangibles es muy difícil darse cuenta de ellos hasta que un día los echamos en falta. Por eso, antes de dar el salto deberíamos hacernos la pregunta de si estamos dispuestos a sacrificarlos y, sobre todo, si seremos capaces de prescindir de ellos en el largo plazo.
Por eso siempre sugiero lo mismo a aquellos que se plantean comenzar a trabajar en remoto. Apúntate a actividades por las tardes, al menos un par de veces por semana y aprovecha el tiempo libre que ganas para reforzar tu núcleo de amistades. Pero no caigas en la dinámica de quedarte en casa después de tu jornada laboral porque en pocos meses comenzarás a sentir cómo algo está fallando. Créeme. Sé de lo que hablo.
Otra solución es apuntarnos a un coworking o coger el hábito de trabajar algunos días desde cafeterías, de modo que nos esforcemos por entablar conversaciones y de paso aumentar nuestra red de contactos, algo que cuando eres freelance nunca está de más.
En cualquier caso, recuerda que trabajar desde casa implica ciertos periodos de soledad con los que tendremos que acostumbrarnos a convivir.
¿Cero distracciones?
Si antes os hablaba de cómo perjudica la productividad el “toquecito en el hombro” cuando estamos trabajando en una oficina, en casa tampoco nos encontraremos a salvo de distracciones. ¡Qué os voy a contar!
Netflix, la colada, las redes sociales… Un mundo de distracciones a escasos metros de distancia se interpone entre nosotros y nuestra habitación-despacho.
Pero… si esto no lo harías estando en una oficina, ¿por qué vas a hacerlo cuando no hay nadie mirando? Sí, sé que como se dice vulgarmente “la carne es débil”, pero a partir de cierta edad presupongo que no es necesaria la presencia de “papá jefe” para que rindamos como deberíamos hacerlo.
En el caso de ser autónomos el problema es doble: tiempo que perdamos, tiempo que no facturamos. Y al final como cantaba Víctor Jara:
Ni chicha ni limoná
Así que, más que aludir a la fuerza de voluntad, prefiero apelar al sentido de la responsabilidad. Recurrir a la fuerza de voluntad está muy bien cuando asumimos cierta imposición o planteamiento que sabemos que nos va a costar (🚭) pero si libremente hemos escogido trabajar desde casa creo que es más beneficioso a la larga ser consecuentes, adultos y, en definitiva, responsables.
No obstante, siempre podéis recurrir a la técnica “Pomodoro” en aquellos momentos en los que os sintáis más propensos a distraeros. A mí me funciona muy bien estructurando los intervalos del siguiente modo:
- 3 ventanas de 20 minutos con descanso de 5 minutos entre ellas.
- Otra ventana de 20 minutos con descanso de 15 minutos y vuelta a empezar.
De este modo podremos trabajar a “tope” sabiendo que también dispondremos de nuestros momentos de descanso.
5 minutos más
Sí, trabajar desde casa está muy bien por todo lo que os mencionaba antes. Pero ojo, no lo convirtamos en
Vivir desde el trabajo
A lo que me refiero es que tratad siempre de cumplir un horario del mismo modo que haríais en una empresa y no caigáis en el hábito de “5 minutos más y lo termino” o “voy a revisar el email cuando vuelva del gimnasio a ver si me han contestado”. Separad vida personal y vida laboral.
Si ya es difícil lidiar con este tipo de situaciones cuando trabajamos por cuenta ajena, tener los “marrones” al alcance de la mano, especialmente si somos autónomos y estamos en un pico de trabajo, es el camino más rápido y directo para el agotamiento.
Además, esta dinámica es la puerta de entrada a otra aún peor:
Cuanto más trabajo, más adelanto, más trabajo puedo coger, más gano.
Y así podemos vernos trabajando 14 horas de media sin ser capaces de ponerle freno a esa rutina.
Fijaos límites y aprended a aprovechar todo ese tiempo que ganáis al día no en trabajar más sino en vivir más.
Conclusiones
No me gustaría terminar este artículo sin hacer un comentario sobre el debate que gira en torno a si las empresas deberían ofrecer el trabajo en remoto como condición “sine qua non” en una oferta.
Para mí, la respuesta debería girar en torno a la mencionada responsabilidad individual y a la confianza. Es decir:
- Ofrecer la posibilidad de trabajar en remoto suele estar relacionado con una mejor calidad de vida de los trabajadores y un trabajador feliz es alguien que generalmente rinde más. Además, supone trasladar el foco por el cual se evalúan los resultados desde la cantidad a la calidad (no más horas siempre es mejor) por lo que en este aspecto creo que las empresas deberían confiar más en sus empleados; si no en todos sí al menos en aquellos que ya han demostrado de sobra que corresponderán positivamente a este beneficio.
- Y como todo poder conlleva una gran responsabilidad, creo que si se nos ofrece esta posibilidad deberíamos de ser lo suficientemente adultos como para no aprovecharnos de ella y convertir el tiempo de trabajo en tiempo de ocio encubierto. Es muy sencillo caer en las posturas maniqueístas de “empresario malo” — “trabajador bueno” sin plantearnos la pérdida que puede suponer para una empresa un trabajo en remoto que empeora los resultados.
Dicho esto, espero que este artículo os haya servido para conocer un poco más de cerca las ventajas e inconvenientes de trabajar desde casa y me cito con vosotros para el siguiente, en donde os quiero ofrecer algunos consejos que a mí me han venido muy bien para disfrutar de esta forma de trabajar.
Artículos anteriores
¿Quieres recibir más artículos como este?
Si te ha gustado este artículo te animo a que te suscribas a la newsletter que envío cada domingo con publicaciones similares a esta y más contenido recomendado: 👇👇👇